jueves, 16 de diciembre de 2010

¿Hay muchas o pocas denuncias falsas?

Hablaba la semana pasada de que con motivo del día internacional contra la violencia de género (en la que no quedan amparados los hombres maltratados) los grupos feministas habían insistido en que las denuncias falsas de mujeres sobre hombres por este tipo de violencia son tan pocas que hasta alguien las llamaba “anecdóticas”. En cualquier caso son tan pocas que ningún análisis serio sobre la violencia contra las mujeres debe tenerlas en cuenta. Para apoyar todo esto citan datos oficiales del Consejo General del Poder Judicial, según el cual en el primer semestre de 2010 solo ha habido 3 denuncias falsas (sobre 34.256 presentadas).

Ahora bien, por el contrario, hay cada vez más gente que habla sobre la frecuencia creciente de las denuncias falsas. Entre ellos el juez sevillano Francisco Serrano ha llegado a declarar públicamente que el 93,78 % de las denuncias de violencia de género son falsas. Dato sustentado en su propia experiencia y en la de otros compañeros suyos, se supone.

La enorme diferencia entre el 0,0088 % y el 93,78 % parece absolutamente irreconciliable, salvo que entendamos la causa de dicha diferencia. Y es que aunque parecen hablar de lo mismo, el CGPJ y el juez Serrano se están refiriendo a realidades diferentes.

La cuestión es la siguiente. El término “denuncias falsas” designa dos conceptos parecidos, pero no idénticos; y para poder entender la cuestión es imprescindible analizar los dos conceptos, pues de lo contrario nos movemos en la confusión total.

Cuando el CGPJ afirma que en 2010 ha habido solo tres denuncias falsas, usa un sintagma que ha reducido de otro más extenso que se entiende sin dificultad: “delito de denuncia falsa”, tipificado en el Código Penal en los artículos 456 y 457, y que como todo delito ha de ser necesariamente probado (según el art. 24.1 de nuestra Constitución). Esos tres casos responden por lo tanto a tres sentencias judiciales firmes en que mujeres han sido condenadas por denunciar falsamente a su pareja, pudiendo posteriormente demostrarse irrefutablemente que la denuncia era falsa.

Por el contrario cuando otros como el juez Serrano afirman que hay un 93,78 % de denuncias falsas, se utiliza el sintagma en el sentido genérico, entendiendo por tal una “denuncia de contenido falso” (independientemente de que se pueda probar o no). Y claro, la prueba de que la denuncia es falsa es extremadamente difícil.

En conclusión, la enorme diferencia en las cifras de “denuncias falsas” responde a que cada uno está hablando de una cosa diferente, lo cual motiva la confusión absoluta que sin duda es aprovechada por el feminismo para convencer a la sociedad española de que hay pocas “denuncias falsas”. Dicho con otras palabras, el término “denuncia falsa” es análogo, y se utilizan datos del concepto jurídico (“delito de denuncia falsa”) como si se refirieran al sentido genérico (“denuncia de contenido falso”), utilizando la confusión en beneficio de las tesis feministas.

Este es el pequeño juego tramposo que hacen y que necesariamente hay que explicar para resolver la aparente confusión en la que se basan para el engaño.

La semana que viene analizaré los datos del juez Serrano sobre denuncias de contenido falso, con las que tampoco puedo estar ni mucho menos de acuerdo. Siempre ha habido denuncias falsas y cada vez son más los hombres maltratados víctimas de estas denuncias, pero desde luego están muy lejos de ser el 93,78 %.

jueves, 2 de diciembre de 2010

El descenso por denuncias de violencia de género no alegra a las feministas.

Si quisiéramos hablar sobre los comentarios y declaraciones de personas y personalidades que escuchamos el pasado 25 de noviembre tendríamos para escribir probablemente una monografía entera. Y creo que no exagero. Actrices, abogadas, ministras, directoras de cine, sociólogas, consejeras, psicólogas, trabajadoras sociales y hasta algunos hombres que se afirmaban “orgullosamente feministas” hablaron durante todo el día y hasta en días sucesivos sobre la lacra de la violencia de género, de la que por definición quedan excluidos en cualquier caso los hombres maltratados.

Entre todos los comentarios y declaraciones quiero hoy hablar sobre uno que se repitió sin cesar, el relativo a las denuncias falsas de mujeres sobre hombres. Insistían en que son tan pocas tan pocas que en realidad son pura anécdota (en sus propias palabras), pero anécdota siniestra en la medida en que había muchas mujeres que por oír hablar de dichas denuncias falsas no denunciaban aun cuando los casos que ellas padecían eran reales. Así pues al argumento de que son muy pocas añadían ahora que además provocaban la siniestra consecuencia de disuadir de la denuncia a algunas mujeres maltratadas. Esa sería precisamente la causa del descenso de las denuncias “de género” que al parecer está habiendo en este año 2010.

El próximo día explicaré si hay muchas denuncias falsas o no, pero hoy quiero centrarme en el segundo de los argumentos. Ignoro por completo las razones del descenso del número de denuncias, pero desde luego que suponer que solo hay una razón para este descenso (y que no son varias las que lo provocan) supone un gravísimo error de inicio ya que es evidente que diversas causas podrían a priori provocar dicho descenso. Pero entre otras causas la que desde luego parece más evidente es precisamente el descenso de delitos, y no deja de ser interesante que desechen absolutamente esta posibilidad.

Tampoco se entiende muy bien cómo el hecho de que existan denuncias falsas puede disuadir de la denuncia a quien es perfectamente consciente de que su denuncia no es falsa, pero incluso estoy dispuesto a admitir que este extraño requiebro psicológico pueda ocurrir en algunas ocasiones. Eso sí, en pocas, en muy pocas.

Ahora bien, hay un elemento que no podemos dejar de lado cuando analizamos el planteamiento de estas ideólogas. Como defensoras autoproclamadas del colectivo imaginario (metafísico) “mujeres” parece lógico que se alegraran de que hubiera menos denuncias, en la medida en que la explicación más fácil y razonable de dicho descenso es que se corresponda directamente con el descenso de los delitos “de género” (si no hay delito no cabe la denuncia). Sin embargo se lamentan del descenso de denuncias (contra los hombres), con lo que parece traslucirse que su objetivo real no es evitar el maltrato a la mujer sino promover las condenas contra los hombres.
Creo que esto demuestra una vez más que la “ideología de género” no va dirigida a defender a las mujeres sino a atacar a los hombres, suponiendo en primer lugar que existen tales colectivos (hombres y mujeres) y que además están en lucha. La aplicación práctica de esta ideología a través de la ley de violencia de género provoca tanto el ascenso del número de mujeres muertas como el del número de hombres condenados. Parece que así cumplen su objetivo.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

¿El fin de la igualdad?

Escribo con mayúscula inicial la palabra Igualdad no por llamar la atención sobre la palabra, sino porque me refiero al ya difunto ministerio. He dudado mucho sin poner el título entre interrogaciones o no, porque a estas alturas poco sabemos sobre el asunto. Los únicos datos que conocemos es que desaparece el ministerio y se convierte en una secretaría de estado dependiente del ministerio de Sanidad, cuya nueva ministra es ni más ni menos que Leire Pajín, jefa directa por lo tanto de nuestra Bibiana Aído.

Parece por lo tanto que nada va a cambiar, salvo si acaso que veremos y oiremos menos a la pensadora Bibiana y más a su nueva jefa, la no menos pensadora Leire. Parece así que la respuesta a la interrogante del título está clara: las políticas de Igualdad seguirán presentes en el gobierno, incluso como uno de los puntos fuertes de su acción política. No obstante quizá sea buen momento para decir unas pocas palabras sobre el difunto ministerio, uno de los grandes disparates del actual gobierno.

Por hoy me ceñiré nada más a insistir en que jamás fue un ministerio con competencias sobre Igualdad. Más que nada porque decir eso es básicamente no decir nada, en la medida en que no se dice cuál es el parámetro de la igualdad. Quiero decir, que para que tuviera algo de contenido habría que decir en qué es la igualdad, en altura, en inteligencia, en nivel económico, etc. En realidad todos los ministerios tienen competencias de “igualdad”: el de fomento cuando hace un ave a Valencia “iguala” a los valencianos con los sevillanos (que ya tenían ave); el de economía iguala a todos los españoles con el impuesto de IVA (“todos los españoles son iguales respecto del IVA”), etc.

El ministerio que nunca fue de igualdad salvo en el nombre, fue siempre un ministerio para la mujer, a imagen de muchas concejalías o consejerías llamadas así. Analizar qué sea eso ya es cuestión que haremos otro día.

Lo que si quiero decir muy claro una vez más es que el principal fin del difunto ministerio que era luchar contra la que llaman violencia de género ha sido un rotundo fracaso: el número de mujeres muertas ha aumentado y el número de hombres muertos ha aumentado. Y además la voz de los hombres maltratados ha quedado ninguneada, vejada y machacada. Las denuncias falsas contra hombres han crecido en progresión geométrica y la impunidad absoluta de las mujeres a este respecto augura un progreso incesante.

El ministerio de igualdad ha logrado que el número de hombres maltratados y hasta de los asesinados se haya disparado. Y también ha conseguido que haya más mujeres asesinadas. Pero la nueva secretaría de estado continuará con las mismas políticas. Así que lamentablemente, nada va a cambiar.

sábado, 15 de mayo de 2010

Nadie habla de los 30 hombres asesinados a manos de sus mujeres el año pasado.

“Por fin se ha hecho justicia, Nacho. Bienvenido al barrio”. Este miércoles 21, José Ignacio Y. volvía a Getafe (Madrid), a la residencia de sus padres, después de un año sin poder acercarse a su casa de toda la vida. Un juez le levantó la orden de alejamiento que desde marzo de 2009 le prohibía acercarse a menos de 500 metros de la casa de su ex mujer, con la que vivía justo en el portal contiguo al de su residencia familiar.

Según explicó José Ignacio a El Confidencial, su ex mujer lo anuló durante años. Y el daño no fue sólo psicológico, sino también físico. Lo abofeteó y arañó durante su matrimonio cada vez que se le antojaba. La gente le preguntaba, pero él, por vergüenza, aseguraba que todo se debía a “la fogosidad” de su esposa. “¿Crees que alguien va a creer que alguien que pesa 50 kilos puede pegar a un tío de más de 100?”, le preguntaba su mujer de forma burlesca, según narra el afectado. Ella, que responde a las siglas A.L.M., es la madre de sus dos hijos gemelos. Según José Ignacio, llegó a ponerle un cuchillo en el cuello; se acostaba con otros hombres en su propia cama “porque tú ya no me vales”, e incluso amenazó con arrojar a uno de sus hijos al vacío desde la ventana para retener a su pareja en casa. “Me decía: Si cruzas esa puerta, tiro al niño y después me arrojo yo”. Lo último, fingir una paliza para denunciarlo por malos tratos. “Si renuncias al piso y me das el dinero que te pido, te quito la denuncia”. El acosado era él, pero ¿quién le iba a creer?

El hombre maltratado también existe. No es ni un concepto nuevo ni un símbolo ni la nueva peor moda. “Nacho es sólo un ejemplo”, asegura el juez Francisco Serrano. “Hay muchos inocentes encarcelados porque sus mujeres los denunciaron falsamente”. Serrano escupe indignación cuando habla de la Ley Orgánica de Protección Integral contra la Violencia de Género. Quien lea sus declaraciones quizá lo tache de juez machista, pero en su currículum destaca ser el primer magistrado en firmar una orden de alejamiento. En 2001, cuando la ley de Violencia de Género no estaba ni pensada, recibió el premio Amuvis por defender a la mujer maltratada.
Falsa violencia machista

La batalla actual de Serrano, el juez titular del Juzgado de Familia número 7 de Sevilla, es muy simple: lucha para que las mujeres que quieran divorciarse no usen las ventajas que esta ley les ofrece para obtener beneficios de una manera injusta. “Denuncio una realidad silenciada: la falsa violencia machista”, sentencia. Serrano habla de la ley como una hecha a la medida de un gobierno que no ha querido mantener un concepto de violencia familiar que englobara todos los maltratos que se da en un hogar, sin distinguir según el sexo de la víctima. ¿Por qué las muertes de mujeres sí cuentan, y las de hombres no?

Serrano asegura que el Ministerio del Interior anotaba el número de asesinadas y el de asesinados hasta 2006. Las estadísticas oficiales informaban de que en 2002 55 mujeres murieron a manos de sus maridos y 16 acabaron con la vida de sus maridos o ex parejas. En 2003 murieron por la misma causa 65 mujeres y 13 varones; 2004: 61 versus 9; 53 en 2005 frente a 15 hombres; en 2006, 54 mujeres y 12 hombres. Con estas cifras, se puede afirmar que muere un hombre a manos de sus mujeres por cada cinco mujeres asesinadas. ¿Dónde están ellos? ¿Por qué no hay asociaciones que les apoyen cuando se sienten avergonzados? ¿Por qué no tienen ninguna institución que los ampare y el 016 les cuelga el teléfono “porque sólo atendemos a mujeres?” (algo que ya corroboró un periodista de ‘El Confidencial’ haciéndose pasar por un hombre maltratado).

Por más que lo haya preguntado, a Serrano nadie le ha contestado todavía por qué se dejó de divulgar desde 2007 las cifras de hombres muertos por agresiones de sus cónyuges. “El año pasado más de 30 hombres murieron a manos de sus mujeres. Este año ya van cinco. Pero no busquen en los organismos oficiales, porque de esto no interesa informar”. Aunque la violencia en el ámbito familiar está prevista en el Código Penal español, existe una corriente social que pretende reducir el término violencia a la que ejercen los hombres y padecen las mujeres, negando así cualquier opción a que la situación sea distinta. “Por eso esta ley es inconstitucional, porque la Constitución dice que todos los españoles somos iguales ante la ley. No distingue entre sexos”.

Serrano habla también del principio de igualdad y de la presunción de inocencia al que todos los seres humanos tienen derecho mientras no se demuestre lo contrario. “Aquí se deja en libertad no por inocente, sino porque no se ha demostrado que sea culpable”, insiste Serrano.

Jueces, periodistas, policías judiciales, “hasta diputados y senadores de muy alto nivel me han dado la razón cuando les he dicho que esta ley es inconstitucional y discriminatoria”. Serrano habla de discriminación incluso con las propias mujeres, las del siglo XXI que luchan por una igualdad de oportunidades. “Señoras del nuevo siglo; que sepan que esta ley dice que ustedes, por ser mujeres, están en inferioridad de condiciones frente a cualquier hombre”. Las palmaditas en la espalda siempre se la dan off the record. “Es el producto estrella del Gobierno, Francisco. Yo no me atrevo a levantar la liebre el primero”, le reconocen al abogado a escondidas.

El magistrado sigue acumulando cifras: “Tampoco les interesa airear que algunos de los 3.716 varones que se suicidaron en 2006 (frente a las 2.653 mujeres) lo hicieron por el efecto adverso de esta ley, discriminatoria tanto para ellos como para ellas”. Serrano quería comprobar cuántos de estos se arrojaron al vacío cuando estaban en crisis o en proceso de separación de sus parejas. Pero los organismos oficiales decidieron quitar el estado civil de los suicidas a partir de 2007. Desde entonces, se divulgan las cifras de violencia contra las mujeres en el registro abierto en la web del Ministerio de Sanidad. Por eso Serrano insiste en que una gran parte de los suicidios de varones entre 30 y 60 años se debe al trauma que causa el “trato discriminatorio que sufren en el proceso de separación”.

Una discriminación “incomprensible”

Víctor Fernández es abogado de Patón & Asociados, el primer bufete español especializado en la defensa de hombres maltratados. Como única estadística rigurosa sobre este problema se refiere al 25,6% de víctimas mortales de hombres registradas en España en manos de sus parejas, según datos del CGPJ. Con los datos de Serrano, en 2009 el porcentaje aumentó considerablemente. Fernández coincide con su colega Serrano en que la ley es un “disparate”. “Establecer una diferencia jurídica entre hombres y mujeres en 2010 es incomprensible”. No pone en duda que la mujer maltratada debe ser protegida, pero sí culpa al gobierno de que los hombres no cuenten con ninguna institución que les ampare.

La mayor parte de los casos archivados en el registro de violencia de género son, para Serrano, conflictos entre iguales en el combate de cualquier separación. La diferencia entre el dato del juez de Sevilla de que el 86% de las denuncias de maltrato no responden a situaciones reales de violencia y la cifra del Gobierno, que considera falsas el 0,4% de las denuncias es abismal. Para demostrar la “visión distorsionada del maltrato”, Serrano pone como ejemplo al juzgado de Violencia de Género de Sevilla. En 2008, la Fiscalía Superior de Andalucía recogió 9.814 procedimientos. De ellas se emitieron 1.010 sentencias: “395 condenatorias, 412 absoluciones y 203 condenas de conformidad”. El 90% de las denuncias se archivaron o acabaron en absolución, como el caso de Nacho.

“Miedo a la denuncia”

Nacho, el maltratado denunciado, siente que “todos los hombres casados o en una relación estamos en el mundo bajo una libertad condicional que te quitan cuando tu mujer te denuncia y te mete en el calabozo, privándote de todo”. Es lo que Serrano denomina holocausto social: “Miles de hombres son encarcelados cada año con una mera denuncia”. Es lo que en Derecho se denomina derecho de autor: “Se te condena por ser hombre, no por los hechos cometidos. Y si se demuestra que ella ha denunciado falsamente, no pasa nada”.

A la mujer tampoco se le protege por ser víctima, sino por ser mujer. Según los datos que publica el Ministerio de Igualdad, en 2009 fueron 55 las mujeres asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas, un 27,6% menos que el anterior. El dato que llama la atención es que el 74,5% no había puesto denuncia previa. “Desgraciadamente las verdaderas víctimas del maltrato, las que se esconden para que nadie le vea ojo morado, siguen en sus casas con un miedo terrorífico a denunciar, por si su agresor la mata. A ésas son a las que debe amparar la ley”.

A.L.M. no pudo demostrar que su marido le había pegado de la manera que ella decía ni ninguna otra. Nacho se sentó en el banquillo de los acusados sin ser consciente siquiera de que el maltratado era él. Esta misma semana le han absuelto, pero no por ser inocente, sino porque no se pudo comprobar que era culpable. Al levantar la orden de alejamiento, Nacho ha podido entrar de nuevo en casa de sus padres. “Ella vive ahí, en esa ventana están durmiendo ahora mismo mis hijos”, reconoce con cierta ironía. La ley se muestra como un arma cargada, que en las manos equivocadas puede convertir la vida de un buen hombre en un calvario. Con la ley de violencia de género en la mano, ni ellas son tantas ni ellos, tan pocos. Nacho ha decidido abandonar la vía legal aunque desea fuertemente que se conozca su caso. Este periódico le acompañó en el preciso momento en el que después de un año, volvió a su barrio, por unos meses prohibido. Ahora está rehaciendo su vida con una nueva chica, con ilusión y cierto desarreglo. Reconoce tener miedo, que casi es pánico, a que una nueva denuncia le haga revivir de nuevo el calvario.

jueves, 6 de mayo de 2010

Cadíz: la pionera española en la defensa institucional de los hombres maltratados.

Nos congratulamos desde nuestro despacho que haya provincias españolas, y en concreto, instituciones públicas de las mismas, que pongan de una vez en la misma valanza a los hombres maltratados. No deja de ser una gota de agua en el oceano de las injusticias, pero por algo se empieza. Yo, desde mi más profundo convencimiento de que esto cambiará tarde o temprano os animo a seguir en la lucha a todos aquellos que quieran una mayor igualdad en todos los sentidos.

He aquí el enlace de la noticia:

http://www.andaluciainformacion.es/portada/?i=97&a=121590&f=0

domingo, 25 de abril de 2010

El 70% cree que existen las denuncias falsas.

Dos de cada tres mujeres expresan esa misma opinión.

Un informe realizado por el Instituto DYM concluye que el 70% de los españoles opina que existen falsas denuncias de violencia de género. El estudio aborda distintas cuestiones de la situación actual del divorcio y las relaciones familiares en España y ha sido elaborado a partir de 2000 encuestas, entre hombres y mujeres de entre 16 y 75 años, de las comunidades autónomas de la Península y Baleares.

La amplitud de la muestra, comparable a los barómetros mensuales del C.I.S., le confiere un nivel de confianza del 95.5% y un margen de error inferior al 2,2 %.



Revela el estudio que el 80% es partidario de la custodia compartida entre el padre y la madre en los casos de divorcio con hijos menores, porcentajes que se elevan al 86% en el área metropolitana de Madrid y al 89% en el País Vasco. Entre hombres y mujeres la custodia compartida es preferida en todo caso como primera opción, con pequeñas diferencias de unos cuatro puntos, ligeramente superiores en los entrevistados varones.

Esta situación contrasta con la realidad actual de la legislación vigente. Tras la ley de “divorcio-express” de 2005, las estadísticas del Consejo General del Poder Judicial revelan que la custodia de los hijos es atribuida por los tribunales a la madre en exclusiva en torno al 90% de los casos, al padre entre el 2 y el 3%, y que sólo en caso de acuerdo entre los dos progenitores se otorga con carácter compartido o alterno entre ellos, en menos del 7% de los divorcios.

Respecto a la vivienda de la pareja divorciada, un 40% es partidario de la venta inmediata y reparto del precio entre los dos, mientras que el 56% considera que, habiendo hijos, debe conservarse mientras éstos no sean independientes. La crisis del mercado inmobiliario y las dificultades para vender la vivienda sin pérdidas parecen pesar sobre tal división de opiniones: en la zona metropolitana de Madrid los partidarios de que no se venda la casa pese al divorcio ascienden hasta el 71.2%,

Sobre la valoración de la legislación vigente desde el punto de vista del principio de igualdad, el estudio concluye que la opinión de la sociedad es mayoritariamente negativa. Un 63% cree conveniente la reforma de la legislación de divorcio, y casi idéntico porcentaje opina que el hombre está discriminado respecto a la mujer por la legislación de familia promulgada por los últimos gobiernos socialistas. Sólo el 10% es partidario de que la ley siga como está. En este tema hay diferencias por razón de sexo y de comunidad autónoma de residencia. Hay veintiún puntos de diferencia entre los hombres que se sienten discriminados (73,5%), respecto las mujeres que admiten que existe dicha desigualdad (51,9%), y el sesgo se acentúa en los tramos de edad con mayor incidencia de divorcios (35-55 años).

En la mayoría de las comunidades autónomas el porcentaje de los que consideran que la vigente ley es discriminatoria contra el hombre se encuentra en torno al 66% de media, mientras en Cataluña baja al 52%. El dato sorprende, pues aunque Cataluña tiene promulgado su propio Código de Familia con variantes respecto de la legislación estatal, las estadísticas de los tribunales catalanes arrojan datos no muy distintos a los del resto del Estado en cuanto a atribuciones de custodias de hijos a mujeres y obligaciones de pago de pensiones a hombres.

El resultado más llamativo es el relativo a la aplicación de la polémica legislación de violencia de género. Es casi siete puntos superior el porcentaje que cree que “algunas mujeres ponen falsas denuncias de violencia de género para obtener ventajas en sus procesos de divorcio” (70%), que los que piensan que hay que reformar la actual legislación de divorcio (63%). En Andalucía la proporción de quienes desconfían de la legitimidad de algunas denuncias llega al 80%. La diferencia de resultados entre hombres y mujeres es claramente inferior en este punto a la que existe en cuanto a la sensación de discriminación legal: Un 75,6% de hombres frente a un 64,4% de mujeres creen que existen falsas denuncias. El porcentaje de suspicaces aumenta en proporción inversa al nivel socio-económico de los encuestados: del 64% de los que se declaran de renta “media-alta”, al 73,1% de los que se consideran de renta “baja”.

Los datos anteriores contrastan con los oficiales facilitados por el Observatorio Estatal sobre Violencia de Género: El informe elaborado en Octubre de 2009 por el “Grupo de expertos y expertas del Consejo del Poder Judicial” para dicho órgano, reiteradamente invocado con posterioridad, sobre el análisis de las sentencias de todas las audiencias provinciales durante 15 meses, la proporción hallada de falsas denuncias fue sólo del 0,19%.

Guadalupe De La Fuente

Tlf:608 314 435

www.abuelosseparadosdesusnietos.org

viernes, 9 de abril de 2010

En el año 2009 se contabilizaron 30 hombres muertos por "violencia familiar".

Las cifras son escalofriantes. Nadie parece dar crédito a lo que lee, pero es la pura realidad. Salta a la vista la "manipulación mediática" a la que estos datos están siendo sometidos. La violencia sobre las féminas ocupan siempre las primeras portadas, y sin embargo la que sufre en hombre a manos de sus parejas ni siquiera recibe una simple nota al margen de los medios de comunicación nacionales.

Como dice el Juez Serrano en su última entrevista en el diario de Cádiz: "La ideología de género nos está imponiendo una dictadura de género".

Ahí les dejo la entrevista:

-Dice usted que una ideología dominante está cambiando la verdad sobre las relaciones de pareja.

-Sí, ése es el gran problema, que nos meten una serie de mitos de pensamiento único, de lo políticamente correcto, que no es forzosamente lo socialmente correcto, que debe ser que los conflictos familiares se resuelvan de una forma armoniosa. Yo promuevo la mediación, la custodia compartida como mejor solución, que se fomente una jurisdicción especializada en familia, promuevo que se reconozca una modificación profunda de la ley del divorcio y de la que va contra la violencia de género... yo no critico una ley en concreto, sino la ideología que está fomentando toda esta situación.

-¿Esa ideología tiene nombre?

-La ideología de género, la ideología de género. Una falsa ideología de la que discrepan muchos profesionales, y muchísimas mujeres, y que parte de un dato falso que todo el mundo termina creyéndose. Ya decía Goebbels que a fuerza de repetir grandes mentiras se convierten en verdades.

-¿Cuál es esa gran mentira?

-La de que la mujer española del siglo XXI está discriminada en las relaciones sociales y en las relaciones personales de pareja.

-¿Hablamos, entonces, de una ideología nueva?

-No, no, lleva ya dominando siete u ocho años. Y nos está imponiendo una dictadura de género dentro del tejido democrático, y está metida en todas las instituciones, y tiene poder económico y poder político. Y también el poder mediático, puesto que contra esto no se puede hablar: han impuesto una ley del silencio.

-También tiene usted su propia idea sobre la mujer maltratada.

-La mujer maltratada sensu strictu es la que sufre una relación de pareja en desigualdad y discriminación ¡que no son todas! Pero interesa decir que son todas y considerar que toda situación de conflicto verbal, o de enfrentamiento entre personas iguales es maltrato por parte del hombre. Eso es una falacia que perjudica, en primer término, a las mujeres maltratadas, a las que no protegemos eficazmente.

-¿Quiere usted decir que hay menos mujeres maltratadas de lo que se afirma?

-Muchísimas menos. Dicen que los datos que yo manejo no son rigurosos, pero es que yo parto de los que dan las instituciones que tienen la obligación de darlos. Lo que yo digo es que la interpretación que dan de esos datos están sesgados. Lo que no se puede hacer es una macroencuesta para saber el número de mujeres maltratadas y preguntarle sólo a mujeres. Habría que hacerles las mismas preguntas a los hombres. Porque ya se parte del prejuicio de que no puede haber hombres maltratados, sólo maltratadores, y al revés con las mujeres.

-¿Usted considera que milita en el campo contrario?

-Es que no debemos militar en campos diferentes, sino en el del género humano, en el que va en contra de las desigualdades. Precisamente lo que no se puede tomar es partido, y menos siendo juez. En todo caso, debemos tomar el partido de los niños. Lo que pasa es que el hecho de la independencia se considera algo pernicioso. O estás conmigo o contra mí.

-Pues usted tiene en contra a mucha gente

-Y a favor muchísima más. Tengo conmigo, seguro, a la sociedad civil ¿A quién tengo en contra?: a quien vive del maltrato, pero del que no es auténtico, que se ha convertido en España en una forma de promoción profesional y promoción política. De esos recibo críticas. Pero la inmensa mayoría, la que se considera en igualdad, está conmigo.

-¿Ha sido usted feminista alguna vez?

-Yo sí, totalmente. Siempre he ido con la igualdad. ¡Si yo he dado conferencias en el Instituto de la Mujer, ante mujeres maltratadas, y me han dado la razón! Porque una cosa es el maltrato, de la mujer que sufre miedo, humillación, vejación y anulación de la voluntad, y otra es las situaciones de conflictividad en las que un hombre y una mujer discuten en un tono airado, por ejemplo, de las pensiones tras el divorcio, o por el régimen de visitas a los hijos.

-Y se denuncia maltrato en esos casos.

-Claro, pero yo creo que en el siglo XXI, es humillante para las propias mujeres el decir que por el hecho de serlo están en inferioridad con respecto a sus parejas ¿Y con eso se justifica una norma de discriminación positiva?

-¿Hay muchos hombres maltratados?

-Claro que los hay. Tengo aquí una lista de nueve de febrero, con quince páginas de agresiones a hombres. Este año van ocho mujeres muertas en España. Es una tragedia que hay que lamentar, pero no se puede olvidar a los cinco hombres que han sido asesinados este año por sus parejas ¡cinco! Y el año pasado yo conté hasta 30. Y no contamos a los hombres que terminan suicidándose por estas situaciones terribles en las que tienen que sufrir el estigma de maltratador, aunque después sean absueltos.

-¿Cree usted que esto cambiará?

-Cuando los políticos se convenzan de que esta política no da votos femeninos. Entonces habrá que reformar esas leyes, la de violencia de género, el Código Civil en materia matrimonial... Lo bueno es que se abra el debate.

-¿Cuál es su concepción de la familia?

-Pues mire, yo estoy casado y con dos hijas. Pero hoy en día se tienen que admitir otras formas, como el matrimonio de homosexuales, familias monoparentales, por supuesto. A mí lo que me molesta es que los que presumen de tolerantes no soporten la discrepancia.

domingo, 21 de febrero de 2010

Hombres maltratados por sus mujeres: 58 informes independientes en 2009 secundan nuestras tesis.

La luz bajo el celemín: 58 estudios sobre violencia
en la pareja publicados en 2009


El título del presente trabajo -por lo demás carente de cualquier connotación religiosa- se hace eco de las siguientes palabras de Jesús: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga.» (Marcos 4, 21-23). Difícilmente podría encontrarse un título que resuma mejor la situación actual de los estudios científicos sobre violencia de pareja.

La primera gran encuesta sobre violencia doméstica, llevada a cabo por Straus, Gelles y Steinmetz en 1975 en los Estados Unidos, ya arrojó unos resultados inesperados y totalmente contradictorios con las tesis de la ideología triunfante, y demostró que hombres y mujeres ejercían la violencia en la pareja en proporciones similares. Desde entonces, cientos de estudios científicos, basados en muestras mixtas de hombres y mujeres, representativas de la población general, han corroborado esa conclusión de forma irrebatible.

Es más, cada vez hay más estudios que indagan sobre el carácter ofensivo o defensivo de la violencia en la pareja. En contra del arraigado mito de la naturaleza meramente defensiva de la violencia femenina, la conclusión casi unánime de esos estudios es que la mujer es la principal iniciadora de las agresiones físicas en la pareja. [1]

Sin embargo, ¿quién conoce tales estudios? ¿En qué grandes medios de comunicación o ambitos de expresión política hallan eco? Sin duda, han requerido esfuerzo, conocimientos, recursos; y se han realizado, con resultados coincidentes, en numerosos países. En conjunto, representan el verdadero mapamundi de la violencia doméstica. Pero su reconocimiento social y político no está, ni de lejos, a la altura de su mérito y su utilidad potencial. Su difusión se limita prácticamente a los círculos especializados y rara vez traspasa la barrera, al parecer infranqueable, de lo políticamente correcto y lo electoralmente rentable. Esos estudios objetivos e imparciales son la luz que debería estar en el candelabro y servir de referencia para la formulación de políticas y la adopción de leyes sobre violencia doméstica. Sin embargo, durante decenios han sido relegados al último plano, ninguneados, olvidados. Son la lámpara que, absurda o interesadamente, se coloca bajo el celemín.

En el presente trabajo se recopilan los resultados de 58 estudios sobre violencia de pareja publicados en 2009. A pesar de circunscribirse a un marco cronológico tan limitado, la recopilación no pretende ser exhaustiva. Una búsqueda más a fondo en las principales bases de datos utilizadas [2] o en otras fuentes permitiría, casi con toda seguridad, hallar bastantes estudios más publicados ese mismo año y de resultados similares. Los estudios se han seleccionado sobre la base de un único criterio: que tengan en cuenta los comportamientos de ambos miembros de la pareja, hombre y mujer.

En la presente recopilación, las tasas similares de violencia para ambos miembros de la pareja son el resultado predominante (32 estudios); el segundo resultado más frecuente son las mayores tasas de perpetración femenina (22 estudios); y sólo cinco estudios se apartan de esas pautas y arrojan mayores niveles de perpetración masculina: el número 40 (basado en una muestra de parejas en terapia relacional por disfunciones psíquicas del varón), el número 48 (aplicado a una muestra iraní) y los números 26, 56 y 57 (que evalúan la violencia perpetrada o sufrida a lo largo de toda la vida de los encuestados). Estos tres últimos estudios reproducen el patrón de casi todos los estudios que abarcan largos períodos de tiempo o la vida entera de los participantes. En tales casos, los niveles de victimización declarados por las mujeres suelen ser mayores que los declarados por los hombres, en contradicción con los estudios mejor acotados en el tiempo y relativos a períodos más cortos y fáciles de recordar. Como ambas cosas no pueden ser ciertas, es lógico deducir que los resultados de los estudios de período largo sean menos fidedignos y estén más condicionados por la ideología y el clima social predominantes.

Por otra parte, en nueve estudios (los números 3, 5, 13, 17, 23, 24, 40, 48 y 50) se examinan los aspectos de unilateralidad e iniciación de las agresiones. En ellos, el resultado más frecuente son los niveles similares de agresiones no recíprocas o unilaterales en hombres y mujeres (cuatro estudios); el segundo resultado más frecuente son los mayores niveles de unilateralidad femenina (tres estudios); y, por último, la violencia unilateral masculina predomina en los dos estudios ya mencionados de la muestra de hombres con disfunciones psíquicas (número 40) y la muestra iraní (número 48).

Las conclusiones generales obtenidas tras la consulta de los 58 estudios que se presentan a continuación no difieren de las expuestas en el mencionado trabajo "La violencia en la pareja: bidireccional y simétrica", en el que se sistematizan los resultados de 230 estudios publicados con anterioridad a 2009. A ese trabajo, pues, remito al lector.

(JAD, 05/01/2010)


--------------------------------------------------------------------------------

[1] En el libro "La violencia en la pareja: bidireccional y simétrica" (J. Alvarez-Deca, Ed. AEMA, 2009) se sistematizan los resultados de 250 estudios sobre violencia en la pareja. En 51 estudios de esa recopilación se aborda la cuestión de la iniciación de las agresiones físicas, y sus conclusiones son las siguientes: 39 estudios registran mayores niveles de perpetración de violencia física no recíproca o iniciación de las agresiones físicas por las mujeres; 5 estudios, tres de ellos basados en sendas muestras de parejas en terapia conyugal, registran mayores niveles de perpetración de violencia física no recíproca o iniciación de las agresiones físicas por los hombres; y los 7 estudios restantes registran niveles similares para ambos sexos.

[2] Las principales bases de datos o editoriales consultadas en línea han sido British Library, APA Databases, Sage Journals, ScienceDirect, Blackwell Publishing, Citeulike, Wiley Interscience, Cat.Inist, PubMed y Scielo.




lunes, 15 de febrero de 2010

Una mujer detenida por verter una olla de agua hirviendo sobre su marido y en presencia de sus hijos

Así están las cosas en España. Mientras los casos de mujeres maltratadas rápidamente saltan a la palestra de los medios, los casos de hombres maltratados no tienen prácticamente ningún eco mediático. Es evidente que existen órdenes de arriba que están bloqueando que la sociedad sepa toda la verdad.
Agentes de la Policía Local de Murcia detuvieron este viernes en la pedanía de El Palmar a una mujer por verter sobre su marido una olla de agua hirviendo, tras una discusión y en presencia de dos hijos menores de la pareja, según informaron fuentes policiales.

Los hechos ocurrieron sobre las 19.50 horas del viernes, en la calle Jardín de la citada pedanía, cuando una llamada alertó a la sala del '092' de que una mujer, M.O.M, de 25 años, había vertido sobre su marido una olla llena de agua hirviendo tras una fuerte discusión.
Al lugar se desplazó una unidad de la Policía Local de Murcia que, al comprobar los hechos, avisó a las asistencias sanitarias, ya que la víctima presentaba múltiples quemaduras por brazos, piernas y torso. Una ambulancia desplazada al lugar atendió al hombre y, posteriormente, lo trasladó al Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca, donde quedó ingresado.

Los hechos ocurrieron en presencia de los dos hijos menores de la pareja, de dos y cuatro años, que quedaron momentáneamente a cargo de una vecina del matrimonio, mientras que la mujer era trasladada a las dependencias.

fuente: europa Press (por deferencia del Sr. Piñeiro)

lunes, 25 de enero de 2010

Otro caso más de un hombre maltratado con violencia física

Una mujer ha sido detenida por acuchillar en el cuello a un varón, al parecer su pareja sentimental, cuando ambos iban en un coche por el centro de Elche (Alicante). Según fuentes policiales, el suceso ha ocurrido sobre las 13.20 horas en la calle Hermanos Navarro Caracena del barrio de Carrús, cerca de la plaza de Barcelona.

En ese momento, el vehículo era conducido por una tercera persona, un varón, y en el asiento del copiloto viajaba la víctima, mientras que detrás estaba la mujer y presunta autora de la agresión con el arma blanca. Según el testimonio del conductor y testigo, la víctima y la agresora son de procedencia magrebí y discutían. El herido ha sido trasladado al Hospital General de la ciudad, donde en estos momentos es intervenido con pronóstico grave.

martes, 12 de enero de 2010

EL HOMBRE MALTRATADO

La semana pasada leíamos un artículo interesante en madridiario.es, cuyo autor, Enrique Villalba, era capaz de exponer sin tapujos y sin medias tintas la realidad que sufre el hombre maltratado. Creemos interesante exponerlo en nuestro blog.
Fátima apuñaló a Antonio en la cabeza y lo mató. Él iba a trasladarse a vivir a Málaga con su madre y su novia. Ocurrió en Carabanchel un 4 de enero. Él era, según sus vecinos, un hombre tranquilo.

Según los cronistas de sucesos, ha sido la primera muerte violenta de 2010 en la región. En realidad, es la primera víctima de la violencia de género del año, pero parece que la realidad varía dependiendo de lo que se tenga entre las piernas. Y digo 'violencia de género' porque decir 'violencia machista' es parcializar las expresiones para manipularlas. Porque ni la violencia es propiedad de los hombres, ni la ejercen sólo ellos. Eso es culpa del gremio al que pertenezco, que vive de eslóganes y muchas veces no se acuerda de que hay que llamar a las cosas por su nombre.

Hace unas semanas, el juez Francisco Serrano, titular del Juzgado número 7 de Violencia de Género de Sevilla, denunciaba cómo la Ley en cuestión estigmatiza al hombre. Por poner algunos ejemplos, el Ministerio del Interior eliminó en 2007 las estadísticas de hombres muertos por violencia de género. Acúsenme de demagogia si quieren, pero debe no ser un dato reseñable que en 2009 hayan muerto 51 mujeres y 30 hombres por esta causa, por no hablar de los suicidios, que han aumentado considerablemente. Tampoco se detiene a mujeres por denuncias falsas, a pesar de que varios magistrados ya han hecho la observación de que se ha utilizado esta treta para ganar custodias de hijos, quedarse con una casa o simplemente vengarse de algo. Hay hombres maltratados físicamente que llegan a morir, como el caso que he expuesto. Hay otros que sufren maltrato psicológico. Esa realidad existe y es numerosa.
Al juez le avalan 20.000 sentencias en este juzgado y premios de asociaciones de mujeres en defensa de sus derechos. Algunas asociaciones de feministas radicales (que, según mi opinión, se dedican a buscar el poder que antes tenían los hombres y lo que consiguen es dar mal nombre a las feministas que luchan cada día por los derechos de la mujer en una búsqueda de la igualdad real dentro de las diferencias lógicas entre sexos) han querido que se le expediente al decir esto por ser un "altavoz de maltratadores". Imponer la ley del silencio al que disiente y trata de ver las cosas desde otra perspectiva. Asociaciones de hombres y mujeres han apoyado a Serrano en el sentido contrario.

También es una realidad que reflejó Madridiario que no hay ayudas concretas a nivel nacional, regional o local al hombre maltratado. Los teléfonos de atención a mujeres no atienden a hombres que pasan por esta situación y sólo hay un centro en España (en la provincia de León) que da cobijo a hombres perseguidos y machacados por sus parejas, cuando sí hay cursos y centros para maltratadores.

Situaciones como estas todavía dan a algun@s mucha risa. "¿Cómo te va a pegar tu mujer? ¿Cómo te va a gritar? Si te amenaza de muerte es que no eres un hombre", entre otras muchas. Es lo mismo que pasaba hace unos años con las mujeres maltratadas cuando se decía: "Algo habría hecho" o "Se cayó por las escaleras". Quizás esto pase porque no se ha abierto o no se quiere abrir el melón del maltrato masculino.

La justicia (con minúscula) es a veces contraria a la moral. Este hecho hace que se den situaciones muy peligrosas, como en el caso de la Ley de Violencia de Género (exactamente, Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género), que aprovechan mujeres y abogados sin escrúpulos. En su artículo 1 ya establece que su objeto es "actuar contra la violencia que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia". Ni una mención al hombre o al niño (por cierto, estadísticamente, el maltratador habitual de un menor suele ser su madre, no su padre) como víctima. Tampoco dice nada de la violencia de género entre homosexuales, que también se da. Debe ser que los hombres nacemos con el gen del verdugo femenino a cuestas.

Nadie dice que no esté bien esa protección. Muchas mujeres han sufrido y siguen sufriendo violencia por parte de sus parejas y hay que protegerlas. Es de sentido común. También es de sentido común que se luche por la igualdad en el plano doméstico y laboral para hombres y mujeres. Sin embargo, esta norma está descompensada. Porque debería proteger a todos los ciudadanos, no sólo a un género. Y menos, convertirlo en minoría. Primero porque la Constitución defiende que somos iguales ante la Ley, y, por tanto, nos debe proteger igual. Segundo porque si se protege sólo a las mujeres se las está victimizando, cuando los datos no reflejan que sean ellas las únicas víctimas, aunque los datos de contraste casualmente desaparezcan de las estadísticas oficiales (quizás por el efecto de los 'lobbys' o de una política voraz de recaudación de votos). Y tercero porque no se puede convertir en presuntos culpables a los hombres, pudiéndolos detener sin pruebas. Eso ha ocasionado situaciones muy injustas y lamentables.

La administración no debería dar herramientas para que el poder se vuelva a desequilibrar, en este caso, del lado de las mujeres. No se trata de una competición. Sino conseguir que todos seamos iguales en derechos y responsabilidades. Hasta un niño comprende que hay que penalizar al que se lo merece, sea hombre o mujer, porque es lo que debería defender el Derecho (con mayúscula), y no sólo buscar el réditos de un particular o un grupo de poder, cosa que hace a veces el derecho (con minúscula). No se trata de acatar y callar. También es necesario ver cada situación de forma objetiva y comprender que disentir sobre algo incompleto, parcial o equivocado está bien si así se evita el dolor de una parte desprotegida de la población.

Los políticos callan porque no les conviene hablar. El Congreso aprobó la Ley por unanimidad y ahora a ver quién es el guapo que va a decir que se equivocó. Les es más fácil desacreditar al poder judicial, a pesar de que son los que tienen la experiencia para hacer que impere la Justicia (con mayúscula), esa señora con los ojos tapados y una balanza que busca el bien común. Yo he sido testigo de cómo Bibiana Aído, ministra de Igualdad, ignoraba a asociaciones de hombres que venían a pedirle audiencia sobre este problema social en una presentación de un centro coordinado entre su Ministerio y el Ayuntamiento de Madrid a la prensa. Ése día, sin duda alguna, más de uno/a debió olvidarse la balanza de la justicia en casa...